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    dejaba de gritar, y era una estupidez.
    Era un juego, pensaba Beth, sólo un juego. Rich estaba jugando. De pronto alguien la
    sacudió ligeramente y ella centró la vista y vio a Jake.
     Aguanta, chica  dijo él . Sólo aguanta. ¿Vale?
    Ella asintió, y enseguida se encontró bien. El tenía el rostro surcado por unas arrugas
    que bajaban por las dos mejillas, como si fuera una talla de madera, pensó Beth, como si
    se hubiera puesto una máscara.
     ¿Hay algo que podamos hacer?  preguntó entonces . ¿Llamar a la policía? ¿A
    una ambulancia? ¿Dónde están todos los demás?
     Milton está tratando de encontrarlos ahora. Ya ha llamado a la oficina de sheriff. ¿Me
    ayudas a conseguir café? Me temo que va a ser una noche muy larga.
    Beth asintió. Laura estaba en uno de los sofás, con mirada de zombie. Allí estaban
    también Bruce y Harry.
     Vamos a conseguir café  le dijo Jake . Milton quiere que todos esperen aquí. Lo
    traeremos cuando esté listo.
    Beth pensó que Milton Sweetwater era el abogado de la compañía. Perry Masón se
    haría cargo del asunto. Siguió a Jake y salió de la habitación. Apenas estaban
    empezando a buscar el café cuando apareció Milton en la puerta de la cocina y les pidió
    que volvieran a la sala de estar.
     No podemos encontrar a Gary  dijo. Estaba pálido y tan sombrío que parecía llevar
    otra máscara. Todos tenían máscaras, pensó Beth, casi frenética. Milton se volvió hacia
    Alexander y le dijo : Utiliza ese ordenador y abre su puerta.
    Alexander Randall se estaba mordiendo las uñas cuando se dirigió a Milton.
     Me matará si abro su puerta  protestó.
     Y yo te mataré si no lo haces.
    Alexander miró a los demás suplicante, pero luego se sentó en la terminal del
    ordenador de la sala de estar y empezó a teclear algo. Se detuvo y miró a Milton.
     Hay una manera mejor, por medio de seguridad. Al menos podré saber si entró en su
    habitación.
    Todos observaron la pantalla mientras Alexander tecleaba las instrucciones. Nadie se
    movió.
     En el jacuzzi  dijo Mil ton finalmente.
    Salieron todos juntos, y sin desearlo Beth les siguió. Rodearon el atrio, se metieron por
    un estrecho pasillo junto a la obsidiana, cruzaron otro salón pequeño y llegaron hasta una
    puerta cerrada. Se abrió al tacto. La cubierta aislante estaba extendida sobre la piscina de
    jacuzzi. La habitación estaba caliente, el agua olía a cloro, era denso por el vapor; se
    parecía más a un baño de vapor que a una sala de jacuzzi. Durante un momento nadie se
    movió, después Millón encontró un panel de control en la pared y lo estudió; pulsó un
    botón. La cubierta de la piscina se abrió deslizándose, liberando nubes de vapor, y allí en
    el agua, boca abajo, estaba el cuerpo de Gary Elringer, vestido.
    4
    Charlie Meiklejohn estaba pensando en el clima. Finales de agosto, dos semanas más
    de infierno antes de que pudieran esperar algún alivio. ¿Y qué diablos provocaba esa
    neblina que colgaba entre los árboles y seguía los contornos de la colina, como si fuera
    una niebla londinense? No era la lluvia. La hierba se estaba volviendo de un agradable
    color marrón, y al diablo si él pensaba regarla. Había mucha. Constance regaba un trozo
    que rodeaba la terraza posterior de la casa, pero lo hacía porque la tenía bordeada de
    flores, y no permitiría que ninguna sequía disminuyera su exuberancia de colores. Por la
    parte de atrás había una pendiente de color verde, y después la hierba se volvía marrón.
    Tanto mejor. Así no tendría que cortar el césped en esa estación, y si había algo que a
    Charlie le gustaba menos que apalear nieve, era cortar la hierba. La riegas, la fertilizas y
    luego la cortas, pensó sacudiendo la cabeza. Una estupidez.
     Gato muerto  murmuró Constance, uniéndose a él en la terraza posterior
    sombreada por clemátides moradas y wistarias. Señaló a Brutus, boca arriba bajo un
    arbusto de lilas, con la cabeza vuelta hacia un lado y las patas extendidas de tal manera
    que parecía que tuviera las articulaciones rotas.
     Deberíamos poner el aire acondicionado  dijo Charlie de una manera que pareció
    una queja. No era justo, pensó ofendido; Constance parecía siempre fresca. Tenía una
    tez pálida como el marfil y nunca parecía enrojecida, nunca se bronceaba demasiado, [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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