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La idea de que �l pudiera ser de alguna forma responsable de la invitación no se
le hab�a pasado � Reeves por la cabeza. Aquello pareció borrar su reluctancia.
Aceleró y aparcó tras el coche de los Duffy.
Marcia apareció entonces y los guió al interior de la casa. Poco despu�s llegaron
Cynthia y Charles Hebert, la tercera pareja que iba a alojarse con los Hymer. Se
produjo una jovial confusión mientras descargaban los equipajes y les asignaban las
habitaciones. Con todo el revuelo, les fue imposible a Reeves y Olivia escaparse solos
a la playa, tal como ella hab�a sospechado que ocurrir�a.
Aquella noche, Marcia hizo de anfitriona de los Duplantis y sus invitados de fin
de semana. Al atardecer, se reunieron todos a tomar cócteles delante de la piscina.
Entre bromas y gran hilaridad, despu�s de cenar se decidió en qu� orden se jugar�an
los partidos del torneo.
Reeves parec�a haber estado pas�ndoselo bien hasta aquel momento. Se quedó
muy callado, observó Olivia, hasta que el papelito con sus nombres salió por fin. Una
vez supo que sus oponentes iban a ser William y Debra Sue Duplantis, pareció
relajarse otra vez, pero se mantuvo muy atento mientras se acababa de completar el
cuadro de partidos.
Recordando el partido de ensayo contra Alan y Kay, Olivia sonrió para s�, al
darse cuenta de que el deportista competitivo que Reeves llevaba dentro hab�a salido
a la superficie. Al d�a siguiente, sin duda, iba a jugar para ganar.
Escaneado por Yolanda-Mariqui�a y corregido por Escor N� Paginas 112 153
Carole Halston El orgullo del sur
�Est�s tratando de imaginar con antelación qui�nes pueden ser nuestros
oponentes en la final? le preguntó ella zumbonamente en voz baja.
�Tanto se me nota?
Su r�plica salió con rapidez, pero hab�a sonado un poco forzada.
�Qu� tal juegan los Duffy? le preguntó Reeves.
Olivia miró el cuadro. Betty y John Duffy iban a jugar con Sissy y George
DeMarco. El equipo que ganara aquel partido jugar�a contra Reeves y ella, si ganaban
a los Duplantis.
Probablemente ganen a los DeMarco murmuró ella . Betty es mucho m�s
atl�tica que Sissy, y el deporte favorito de George es el golf.
La expresión de Reeves le dijo a Olivia que aquella era la predicción que hab�a
tenido la esperanza de o�r. William Duplantis eligió aquel momento para meterlos en
la conversación, de modo que Olivia no tuvo ocasión de averiguar los motivos de
Reeves para preferir jugar al tenis contra los Duffy antes que los DeMarco.
Pens�ndolo retrospectivamente, se dio cuenta de que Reeves apenas hab�a
hablado con Sissy y George aquella velada. La �nica vez que se hab�a separado de
Olivia, se dio cuenta ella, hab�a sido cuando Sissy se hab�a acercado para charlar
animadamente con los dos. Reeves se hab�a disculpado y hab�a ido a rellenar su copa
al bar.
�Acaso hab�a estado evitando a Sissy?
Olivia hab�a olvidado que se hubieran encontrado con los DeMarco en el
concierto de Baryshnikov. Reeves hab�a explicado su frialdad refiri�ndose a un caso
de negligencia m�dica que estaba llevando en aquellos momentos.
Una horrible posibilidad se apareció s�bitamente en la mente de Olivia: Tal vez
el m�dico contra el que estaba llevando el caso Reeves era alguien a quien Sissy y
George conoc�an personalmente.
No pod�a ser. Aquel m�dico ten�a que ser alguien de muy poco prestigio, un
matasanos, no pod�a tratarse de un colega de los DeMarco.
Una hora m�s tarde, la reunión se dispersó. Olivia se sorprendió vigilando
se�ales de frialdad por parte de Reeves hacia los DeMarco. Sin lugar a dudas, cuando
se despidió de ellos se mostró m�s amable que simp�tico. Mentalmente, tomó nota
de preguntarle al respecto.
El dormitorio de Reeves estaba situado frente al de Olivia en el pasillo. Tras
ponerse un bonito camisón, Olivia comenzó a experimentar una sensación de
expectación nupcial, acompa�ada de los correspondientes nervios. Todas sus
conjeturas perturbadoras quedaron olvidadas.
Reeves abrió la puerta al cabo de un momento y entró. Iba en zapatillas y
ataviado con un pijama a rayas rojas y blancas y un bat�n azul. Era evidente que
acababa de estrenar atuendo. Estaba encantador.
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Carole Halston El orgullo del sur
Olivia llevaba un �peignoir� rosa a juego encima del camisón. Nada m�s verla,
Reeves silbó por lo bajo, y una luz admirativa iluminó sus ojos oscuros. Sonriendo de
regocijo y sinti�ndose inesperadamente t�mida, Olivia se acercó a �l y comenzó a
juguetear con el cordón de su bat�n.
�Te has comprado un pijama nuevo? le preguntó.
No. Tengo un cajón lleno con los que me regala mi madre replicó �l . El
bat�n y las zapatillas tambi�n son regalo suyo.
T� duermes sin pijama.
Duermo en ropa interior acarició el encaje de su �peignoir� . Y esto, �es
nuevo?
Nuevecito. �Te gusta?
Me gustas con �l puesto dijo �l con suave fervor . Aunque gustar no es
exactamente la palabra adecuada.
A Olivia le dio un salto el corazón ante su tono y su expresión. Contuvo el
aliento, esperando que sus siguientes palabras fueran �Te amo con �l puesto�. Pero
Reeves la tomó entre sus brazos y la besó, dejando sin expresar sus sentimientos.
Por un segundo, la decepción le impidió responder. Le hab�a parecido el
momento ideal para verbalizar emociones profundas. Si �l hubiera pronunciado
aquellas palabras, Olivia tambi�n habr�a expresado las suyas. �Te amo con cualquier
ropa que te pongas�.
Porque no adoraba sencillamente a Reeves& lo amaba. Y �l la amaba a ella. [ Pobierz całość w formacie PDF ] - zanotowane.pl
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